La vuelta al campus: espacios inteligentes al servicio de la nueva normalidad

Carlos Álvarez

Head of Smart Spaces

En este artículo:

Este año, la vuelta a las clases será diferente: un comienzo incierto y una adaptación obligatoria a una nueva realidad. En este contexto, los gestores de los campus y sus equipos de mantenimiento se enfrentan a un gran reto y, aunque la tecnología les ayudará a encontrar algunas soluciones, no les evitará el quebradero de cabeza que supone averiguar cuáles son las mejores decisiones, teniendo en cuenta tanto la situación inicial( usuarios, servicios e instalacionesactuales ), como los nuevos requisitos de salud pública, la normativa legal y las limitaciones económicas.

El campus inteligente

Sin embargo, la creación de un campus más inteligente (un "campus inteligente") nos dará sin duda los medios para afrontar esta "nueva normalidad" que buscamos:

  • Nuevos servicios que permitirán el retorno de las actividades en el nuevo contexto.
  • La optimización del tráfico de personas para facilitar el desplazamiento en el interior del campus, al tiempo que se garantiza el cumplimiento de las normas de distancia social
  • La creación de espacios seguros y confortables
  • Facilitar el acceso de los ciudadanos a la información necesaria

Para lograr los objetivos anteriores, algunos de los casos de uso "inteligente" que podríamos desplegar en el campus son los siguientes

1. Capacidad máxima y distancia social

En esta "nueva normalidad" es especialmente importante poder contar cuántas personas hay en una determinada zona o poder medir la distancia social entre ellas. Estamos hablando de: 

  • Medir el número de personas que han accedido a los diferentes edificios del campus.
  • Llevar a cabo el control de multitudes en las zonas comunes.
  • Intentar comprender y regular el flujo de personas a través del campus para anticiparse a posibles problemas y evitar situaciones de hacinamiento.
  • Permitir y controlar el distanciamiento social, por lo que reducir la afluencia se hace imprescindible. Pero también intentar, en la medida de lo posible, seguir siendo capaz de acoger a un gran número de personas en determinados momentos.

Desde el punto de vista tecnológico, el punto de partida será la instalación de sensores o cámaras para contar a las personas. Y para ello, primero hay que realizar tres tareas:

  • Análisis del espacio.- Identificar la mejor ubicación de estos sensores/cámaras para controlar las entradas y salidas de cada zona.
  • Diseño del flujo de trabajo.- Una descripción detallada de las acciones que se desencadenan cuando se ha alcanzado el aforo máximo o para cuando se detectan personas que no siguen el distanciamiento social. 
  • Comprobación del cumplimiento.- Ser consciente y coherente con los límites establecidos por el Reglamento General de Protección de Datos o las leyes locales de privacidad.

La mayoría de las veces, las principales barreras para contar con la gente no están relacionadas con la tecnología, sino con el conocimiento de los procesos y las limitaciones normativas. Los campus están habitados por jóvenes, con comportamientos sociales y patrones de comunicación específicos. Además, la privacidad es un punto clave. Por lo tanto, hay que conseguir el encaje perfecto entre la tecnología, que permite desplegar muchos casos de uso, los procedimientos a seguir y el marco normativo que marca los límites de lo que está o no permitido.

Teniendo en cuenta lo anterior, es importante implementar soluciones tecnológicas que respeten la privacidad (datos sin identificación individual, adquiriendo las autorizaciones necesarias, asegurando la protección de los datos sensibles que podamos estar gestionando/manejando), siendo a la vez proporcionales a los beneficios obtenidos.

Este último punto es fundamental. Obtener el consentimiento de los usuarios y proteger correctamente sus datos es necesario, pero no suficiente. La Agencia de Protección de Datos podría acabar penalizando el hecho de que no se haya comunicado bien el impacto real del uso de esos datos, o que los usuarios (los estudiantes, por ejemplo) estuvieran en una situación de subordinación con la universidad, lo que podría haber condicionado su consentimiento. O incluso que la tecnología utilizada es desproporcionada con respecto a los objetivos que persigue. Por eso es clave tener en cuenta todos los métodos y procesos para proteger al máximo la privacidad de los estudiantes.

Podemos concluir entonces que la tecnología siempre ofrecerá opciones, y que el uso de la misma debe estar definido por los procesos empresariales y por las reglas legales y sociales que deben seguir. 

Campus inteligente

2. Medición de las condiciones ambientales

El principio de este segundo punto es conseguir un entorno cómodo, eficiente y seguro para que se desarrollen todas las actividades académicas o administrativas. Por un lado, se busca mejorar la percepción de los usuarios y proteger su salud; y, por otro, contribuir a la eficiencia energética del campus.

El primer paso es entender lo que está pasando, la situación actual. Por lo tanto, necesitamos instalar un conjunto de sensores para poder captar estos datos, como la calidad del aire, la temperatura, etc.  

Junto con la instalación de los sensores en todo el campus, tenemos que definir cuál será el procedimiento a seguir en función de los datos recogidos. Es decir, qué condiciones deben activar una alarma ambiental y qué hacer cuando esta alarma aparezca.  

3. Refuerzo de las medidas de higiene

También será clave en esta "nueva normalidad" el refuerzo de los procesos y medidas que contribuyen a mantener limpio el campus. El principio básico de mantener las zonas limpias para garantizar la comodidad y satisfacción de los ocupantes se ha reforzado mucho este año debido a la necesidad de limitar el riesgo de propagación del virus. Se han reforzado actividades como:

  • Desinfección periódica de las zonas comunes. Para este punto, es muy importante disponer de datos fiables sobre el uso de cada espacio. Esto puede integrarse con la información de reserva de las zonas comunes, como las salas de estudio o los laboratorios, estableciendo alertas automáticas para el equipo de limpieza una vez que las zonas estén libres.
  • Control de los dispensadores de desinfectante de manos, de las papeleras y contenedores. Instalación de sensores de distancia en ellos para que los equipos de limpieza reciban una alerta cuando los dispensadores estén a punto de quedar vacíos y los cubos de basura a punto de llenarse.
  • Control del uso y la ocupación de los baños. Por un lado, contando cuántas personas hay dentro en cada momento, buscando activar alertas (un cartel luminoso en un lugar bien visible) en cuanto se supere el aforo máximo. Y por otro lado, optimizar la limpieza de los aseos, por ejemplo, activando una alerta a partir de un determinado número de personas.

4. Implementación de nuevos servicios para ayudar a la adopción y el cumplimiento

Con la ayuda de la tecnología, podemos ofrecer nuestros servicios a los estudiantes y al profesorado para organizar mejor el flujo de personas, así como el uso de espacios y equipos en el campus. El objetivo es evitar colas y aglomeraciones de personas que buscan los mismos servicios.

A través de una app móvil (una "smart campus mobile app") podemos facilitar tanto la reserva de servicios del campus (como pistas deportivas, laboratorios, zonas de trabajo, equipamientos, plazas de aparcamiento para bicicletas y vehículos, etc.) como el acceso a servicios previamente reservados, utilizando la misma app en nuestro smartphone. Por ejemplo, para abrir la puerta de una pista deportiva o desbloquear la plaza de aparcamiento de bicicletas reservada.

Previsibilidad

En todos los casos descritos hasta ahora, hemos destacado la importancia de medir lo que ocurre en el campus, activar las alertas y actuar en consecuencia. Además, lo que añadirá verdadero valor a nuestro "campus inteligente" no será sólo informar de lo que ha ocurrido o lo que está ocurriendo, sino poder predecir lo que va a ocurrir para poder tomar las medidas preventivas oportunas. Es decir, utilizar estos datos para identificar patrones de comportamiento mediante algoritmos de aprendizaje automático. 

Estos patrones de comportamiento están relacionados tanto con los usuarios como con los activos para poder predecir en qué zonas, en qué momentos o en qué condiciones habrá: un mayor riesgo de superar el aforo, de tener el aire más contaminado, de tener la peor temperatura, de cuándo se acabará el jabón o de cuándo se espera más gente en los baños o en cualquier otro espacio del campus.

Estas predicciones serán clave para ofrecer mejores servicios y una mejor experiencia a todos los usuarios del campus, repartir mejor las actividades en todas las zonas del campus y optimizar las tareas de los equipos de limpieza y mantenimiento.

Carlos Álvarez

Head of Smart Spaces

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